Muy abajo, en el desierto egipcio, arqueólogos encontraron evidencia de otra pirámide más, construida hace 4,300 años para guardar los restos de la madre de un faraón. Con ella, van 138 pirámides descubiertas hasta ahora y los funcionarios dicen que esperan encontrar más.
No hay duda de que a los turistas les importará.
Es probable que a los egipcios no, a menos que trabajen en turismo.
Las pirámides son prueba de resistencia. Sin embargo, estos monumentos al ingenio temprano de Egipto también son un símbolo siempre presente de la gloria marchita.
''¿Puede creer que nuestro gobierno no puede hacer nada por nosotros, y esta cosa construida hace miles de años todavía me ayuda a darle de comer a mi familia?'', preguntó Ahmed Sayed Baghali, de 49 años, sentado en una silla de plástico vendiendo tarjetas postales a los turistas afuera del Museo Egipcio. ``¿Quién compraría mis cosas si no fueran de los faraones? La gente viene desde muy lejos a ver las pirámides, no a ver El Cairo''.
El Cairo de Baghali es una ciudad de unos 18 millones de habitantes, revestida de capas de historia que datan del nacimiento de la civilización. La naturaleza ubicua de las antigüedades -- si se mete una pala en la tierra casi en cualquier parte, es difícil no encontrar algo -- ha ayudado a moldear una conciencia colectiva, una identidad nacional, que es exclusivamente egipcia.
''Un hombre sin historia es un hombre sin sentido del humor'', comentó Galal Amin, un economista y autor que ha escrito sobre la decadencia moderna de Egipto. ``Es más probable que un hombre con historia tenga sentido del humor porque es más factible que vea ironía en las cosas, en cómo fueron las cosas y cómo resultaron ser. Y paciencia''.
Los egipcios, como grupo, son extremadamente pacientes, pero, debido a la presión creciente de la vida cotidiana, un poco menos de lo que solían ser. La gente va y viene, los faraones van y vienen, incluso, el presidente Hosni Mubarak, quien ha gobernado al país por 27 años, se irá también (aunque se disuade para no hablar sobre esa certeza).
No hay por qué preocuparse. O, como les gusta decir a los egipcios: ''Maalesh'', que, según las circunstancias, significa ''no importa'' o ``bueno, está bien''.
''Cuando otras personas hablan de que esperan ver que suceda algo pronto, probablemente quieren decir que sea en los próximos meses'', comentó Aly Salem, un dramaturgo egipcio. ``Para un egipcio, podría significar en los siguientes 50 o 60 años. Un egipcio tiene un ritmo particular. Su ritmo es diferente al de un estadounidense. Y una larga historia puede lograr esto''.
Actualmente, es raro que se hable de Egipto en un contexto positivo. El sistema educativo está en crisis, y el desempleo, el tránsito y la contaminación son grandes problemas. De arriba hacia abajo, pareciera que el Estado se ha paralizado.
Cuando hace poco se incendió el histórico edificio del Parlamento, los bomberos combatieron el fuego por horas antes de poder controlarlo.
Cuando un desprendimiento de rocas cayó sobre un barrio, las autoridades respondieron con lentitud y, en lugar de rescatar a la gente, ésta se enfureció.
Y, casi en todos los niveles, hay ansiedad por quién gobernará cuando se haya ido Mubarak. El presidente, que tiene 80 años, se niega a aclarar la situación de la sucesión, y parece estar alejado de la vida cotidiana de su país. Su hijo, Gamal Mubarak, quien parece posicionado para heredar el empleo, dice que es muy pronto para hablar de ello.
Amin reflexionó: 'Esta convicción profunda: `Hay que dejárselo al tiempo, dejárselo a Dios, Dios lo resolverá, no hay que preocuparse demasiado; al final, todo va a estar bien', ¿es posible que esto también sea el resultado de una historia tan prolongada? Cuando se tiene un período corto de tiempo, no se puede depender de que se corrijan las cosas malas o que se enmienden los errores. Pero, a largo plazo, las cosas están destinadas a estar bien al final''.
Y existe amplia evidencia de que se puede esperar que el propio Egipto resista. Es posible que esté arrodillado por el momento, pero este país ha sobrevivido la prueba del tiempo, de muchísimo tiempo, lo cual no ha sucedido con muchos otros.
La prueba más reciente de que los problemas contemporáneos de Egipto se reducen a una interrupción en su larga historia, la pirámide 138, se desenterró en un lote baldío en la arena. El descubrimiento, anunciado la semana pasada, se hizo no lejos de Sakkara, la pirámide que con sus 5,000 años de antigüedad es la más vieja de Egipto, hasta donde se sabe hoy.
Hace 20 años, Zahi Hawass, ahora jefe de antigüedades de Egipto, empezó la excavación del área alrededor de Sakkara, que se encuentra en Giza, la zona metropolitana de El Cairo. Restos de la pirámide más reciente se encontraron hace unos dos meses, 23 pies por debajo de la superficie del desierto.
Hawass dijo que parece que la pirámide fue construida para la reina Sesheshet, madre del faraón Teti, el primero de la Sexta Dinastía, quien gobernó alrededor de 2345 a 2333 a.C. Poco queda de lo que se cree que fue una pirámide de 45 pies de altura.
Un día de la semana pasada, Abdel Hakim Karar, director de la excavación, escoltó a visitantes al agujero. ''En este espacio reducido, pueden ver unos 2,000 años de historia'', comentó con orgullo.
Justo en el borde, había un sucio edificio amarillo, construido hace relativamente poco, que sirve como oficina de una revista gubernamental. Las paredes estaban cuarteadas. Unos cuantos pies dentro del agujero, él señaló hacia unas casas de ladrillos de adobe construidas en el año 300 a.C., que se encontraron durante la excavación. Y, después, señaló hacia un muro que había cercado la pirámide de 4,300 años de antigüedad. Las enormes piedras, cavadas en la antigüedad, aún cuadraban unas con otras, y estaban exactamente donde habían sido colocadas hace muchísimo tiempo.
''Se requirió de paciencia, dedicación y trabajo duro para construir esta pirámide'', explicó.
Karar observaba mientras un grupo de egipcios pobres, campesinos de una aldea cercana, sacaban cargando en la espalda, lenta pero muy lentamente, costales de arena y roca del agujero.
''No saben cómo trabajar'', se quejó.
Los hombres, en su mayoría descalzos, dijeron que les pagan 13 libras egipcias al día, poco más de $2, por sacar los escombros; y estaban contentos por tener trabajo.
''Sentimos el poderío de esta historia cuando nos pagan'', dijo Sayyid Saber Shabaan, de 21 años, cuando se detuvo para tomar un receso de 10 minutos. ``Pero, si no nos pagan, no sentimos nada. Estamos acostumbrados a estas cosas. Siempre estamos aquí''.
Fuente: El Nuevo Herald
http://www.elnuevoherald.com/noticias/septimo_dia/story/327356.htmlReseña: Roberto Cerracin