Casi siempre, lo que atrae al mundo de la egiptología a la gente es la curiosidad sobre la maldición de Tutankhamon. Aqui he recopilado información sobre articulos de la wikipedia y otras páginas. Espero que lo leais entero y que os guste.
Eloy.
TUTANKHAMONLos datos de su reinado son breves. Se sabe que fue coronado rey a la edad de ocho a diez años aproximadamente. De acuerdo al egiptólogo James Allen, hacia el año 14 o 15 del reinado de Ajenatón, éste elevó al cargo de corregente a Nefernefruatón, de quién sabemos por los determinativos femeninos de los jeroglíficos inscriptos en su cartucho, que era una mujer. Primeramente se pensó que era Nefertiti, pero el hallazgo en 1973 de un ushebti para Nefertiti del año 12 aproximadamente del reinado de Ajenatón, hace suponer que Nefertiti falleció antes del ascenso de Nefernefruatón coincidiendo con la ausencia de imágenes de Nefertiti en eventos posteriores al año 12 del reinado de Ajenatón; por lo tanto, la enigmática persona nombrada Nefernefruatón muy probablemente una de sus hijas sobrevivientes: Meritatón.
De Ajenatón no se tienen rastros pasado el año 17 o 18 de su reinado, suponiendo entonces que murió para esa época, donde asciende al trono el o mejor dicho la corregente Nefernefruatón junto a un consorte, ignoto hasta el momento denominado Semenejkara. Dicho consorte reinaría por un lapso de tiempo no mayor a un año, dando lugar al ascenso posterior del joven príncipe Tutanjatón quien luego cambiaría su nombre a Tutanjamón. La unión matrimonial de Tutanjamón y Anjesenamón hacen suponer que la hija mayor sobreviviente de Ajenatón, Meritatón, con mucha probabilidad murió al mismo tiempo que su esposo, Semenejkara. De cualquier forma, el lapso de tiempo que va desde el deceso de Ajenatón y la entronización del príncipe Tutanjatón sea de solamente un año.
Heredó prácticamente la misma corte que el faraón herético, así podemos ver que en el cargo de Gran Visir se mantuvo Ay, padre de la La Gran Esposa Real de Ajenatón y abuelo de la esposa del nuevo faraón, la comandancia de los ejércitos estaba a cargo de Horemheb y el tesoro se encontraba bajo la supervisión de Maya.12
El ascenso al trono fue legitimado, —de acuerdo con la costumbre de los antecesores de la Dinastía XVIII— desposando a la princesa Anjesenpaatón, única hija superviviente de Ajenatón y Nefertiti y portadora por tanto de la legitimidad real, que también cambió su nombre cuando se restauró el culto a Amón, pasando a llamarse Anjesenamón.
La imagen de la pareja fue exaltada repetidas veces, ya que en los hallazgos de su tumba aparecen múltiples imágenes de ambos según el estilo artístico de Amarna. Faltan referencias a su posible descendencia, aunque pudieron ser hijas suyas dos bebés cuyas momias se encontraron en la KV62.13
Cuando ascendió al trono, se produjo la restauración de los antiguos cultos, intentando olvidar el interludio que significó la experiencia religiosa de Ajenatón. Por las fechas en que ocurrió esto y la escasa edad que tenía Tutanjamón, muchos estudiosos creen que el abandono del culto a Atón fue debido más a sus consejeros, sobre todo a Ay y Horemheb, que a una propia decisión del faraón.
Asimismo, se especula que el abandono de la capital de Ajenatón, Amarna, comenzó apenas Tutanjamón fue coronado. El arqueólogo Barry Kemp sostiene que el abandono de la ciudad no fue repentino, sino que paulatinamente fueron trasladándose las distintas dependencias estatales (como el tesoro, las residencias reales, los archivos reales, etc.). Posteriormente, durante la época del faraón Horemheb, la ciudad quedaría despoblada, y el golpe final sería dado por los reyes de la Dinastía XIX, quienes utilizarían las construcciones abandonadas como canteras para sus obras faraónicas.
No se conocen campañas militares llevadas a cabo durante el reinado de Tutanjamón (ni estelas ni papiros), lo que lleva a suponer que la situación interna de Egipto era demasiado delicada para emprender campañas militares contra las potencias rivales, sean hititas, mitanios, etc.
Su papel resultó ser mucho más importante de lo que en un principio pareció, y fue un gran constructor que se encargó de reparar los daños cometidos por Ajenatón sobre los templos egipcios. Así, no cabe sorprenderse ante el hecho de que la mayoría de los rostros de las estatuas de Amón de esta época sean los del propio Tutanjamón; esto es explicable desde el enfoque religioso, ya que se creía que el faraón tenía un origen divino y que era engendrado por el mismo dios. El rostro del faraón era la imagen viviente de Dios en la faz de la tierra. Precisamente, su nombre de nacimiento tiene una traducción cercana a ese significado.
MuerteMurió c. 1327 a. C., a los 19 años de edad, tras reinar nueve años y sin haber podido consolidar su poder. Su prematura muerte dejó una cierta inestabilidad en Egipto, ya que era el último miembro varón de la dinastía XVIII. Le sucedió su consejero y Gran Visir (Chaty) Jeperjeperura Ay, el padre de Nefertiti, que se casó con la viuda Anjesenamón para conseguir la legitimidad dinástica, reinando durante cuatro años. Durante este periodo Ay se ocupó del gobierno interior, mientras el general Horemheb, casado con la hermana de Nefertiti, Mutnedymet, se ocupaba de recuperar el prestigio exterior bastante dañado durante los dos reinados anteriores, y fue posiblemente asociado al trono. Ambos nombramientos fueron apoyados por el clero de Amón, agradecido por los favores políticos recibidos. Tutanjamón en la guerra, a pesar de que no existe ningún archivo sobre su presencia en ninguna. El alejamiento de los motivos artísticos del periodo de Amarna es evidente. Sin embargo, la pierna rota de su momia, y posiblemente su muerte por infección, pudieron ser consecuencia de la caída desde un carro.
Se ha escrito mucho sobre la muerte de este rey-niño y se ha barajado la posibilidad de un posible asesinato. La principal «prueba» consistiría en una fractura en la cabeza que se encontró durante una exploración de la momia que se hizo en 1968 mediante rayos X.22
Si Tutanjamón fue asesinado, uno de los principales sospechosos sería su sucesor, Ay. Otro sospechoso sería el general Horemheb, la persona más adecuada para suceder al joven Tutanjamón en el trono. De hecho Horemheb se convirtió en faraón tras la muerte de Jeperjeperura Ay, c. 1323 a. C., iniciando de forma masiva la damnatio memoriae sobre todo lo relacionado con el interludio de Amarna.
Otros estudios conjeturan que Tutanjamón recibió un golpe post mortem, que ni siquiera fue en la cabeza, sino en la columna, y por tanto, si verdaderamente fue asesinado, no fue por muerte violenta. El radiólogo egipcio Ashraf Selim ha sugerido que los fragmentos de hueso pudieron desprenderse cuando en 1922 el equipo de Howard Carter retiró la máscara de oro del rostro de la momia.
Un análisis mediante escáner, coordinado por Ashraf Selim, confirma que Tutanjamón sufrió una compleja fractura en el fémur izquierdo. Frank Rühli, del Instituto Anatómico de la Universidad de Zúrich, comentó: «La herida desgarró probablemente una importante arteria y estaba abierta... una herida común entre los jinetes... pudo haber muerto en un lapso de pocos días por una septicemia»23
Otras teorías sugieren que el rey Tutanjamón fue el causante de transmitir sus deformidades físicas a sus hijos, pues en su tumba se encontró un feto con un defecto en la columna. Pero ninguna de estas suposiciones son concluyentes y muy difícilmente se podrá llegar a una conclusión certera.
Lo cierto es que a la muerte del rey niño, la gloriosa dinastía que liberó a Egipto de la dominación de los hicsos y lo convirtió en una potencia mundial se extinguió sin dejar un sucesor al trono. Esta situación hace creíble el famoso caso Dahamunzu. La repentina muerte del faraón y la falta de otro príncipe pudo ser la causa de que la reina viuda escribiera una carta al rey hitita Suppiluliuma, acérrimo enemigo de los egipcios, solicitando un príncipe con el que casarse y gobernar. Sin embargo, no se sabe con seguridad si fue Anjesenamón la autora de la carta o si fue Nefertiti a la muerte de Ajenatón.
Tutanjamón no tuvo tiempo de construir su mausoleo, por lo que fue enterrado en una pequeña tumba que no se había construido para él. La sepultura inicialmente prevista para él fue ocupada por su sucesor Ay.
Renacimiento: descubrimiento de su tumbaSu tumba, KV62, fue encontrada en el Valle de los Reyes en 1922 por el británico Howard Carter, constituyendo uno de los descubrimientos arqueológicos con más publicidad de la historia de la egiptología debido a la gran riqueza arqueológica encontrada.
El relieve que posee Tutanjamón no se debe a los acontecimientos de su reinado, que fue breve e intrascendente comparado con el de otros grandes reyes como Tutmosis III o Ramsés II. La relevancia de Tutanjamón en nuestro tiempo se produce con el tardío descubrimiento de su tumba, que es hasta el momento la única tumba real encontrada con un ajuar funerario tan variado, numeroso, bien conservado y prácticamente intacto.
Cabe destacar que, si bien dicha tumba fue violada por saqueadores en la antigüedad, el contenido de la tumba fue restituido y se volvió a sellar. Tres mil años después, en 1922, la tumba fue encontrada por Howard Carter, en una expedición sufragada por Lord Carnavon. A su descubridor le llevó casi una década despejar e inventariar todo el material encontrado.
La riqueza arqueológica encontrada, junto con el excelente trabajo llevado a cabo por Howard Carter y su equipo, permitieron conocer muchos aspectos de la vida del Antiguo Egipto, desde los avances científicos y tecnológicos hasta los desarrollos artísticos plasmados en vasijas, cofres, juegos, armas, etc
Descubrimiento y excavaciónVeintiocho faraones fueron enterrados durante 420 años en el Valle de los Reyes y del orden de cincuenta equipos de arqueólogos fueron encontrando la mayoría de los enterramientos que se sabía que existían en el Valle a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX. Theodore Davis, que peinando el valle había encontrado unas treinta tumbas entre 1902 y 1914, declaró que consideraba agotado el yacimiento del Valle. Sin embargo, desde que Davis descubriera en 1907 fragmentos de objetos con el sello de Tutanjamon, Howard Carter estaba convencido de que todavía no se había encontrado la tumba del rey niño y que debía hallarse cerca de la excavación de Davis, en un triángulo de una hectárea entre las tumbas de Ramsés II, Merenpath y Ramsés VI. Durante seis temporadas buscó la tumba en el mencionado triángulo, con resultados negativos, contando con el patrocinio de Lord Carnavon que gastó 25.000 libras. Carnavon dudó en interrumpir las excavaciones pero finalmente acordaron realizar una última campaña.
Comenzada la última campaña, bajo los cimientos de unas cabañas de obreros que habían construido la tumba de Ramsés VI, el 4 de noviembre de 1922 apareció el primero de los escalones de la tumba prácticamente intacta. Recibió el nombre de KV62, por ser la número 62 descubierta en este Valle de los Reyes (King Valley en inglés).26 Carter contrató para que le ayudasen en la excavación varios expertos de reconocido prestigio, entre los que se encontraban conservadores de antigüedades, especialistas en textos antiguos, catalogadores y dibujantes. El Museo Metropolitano de Nueva York le prestó al fotógrafo arqueológico Harry Burton que fotografió todos los objetos encontrados tal como se encontraron en la tumba y también después de retirarlos.
Se trataba de una pequeña sepultura destinada a un personaje no real que debió ser transformada para acoger al rey ante su prematura muerte. Carter y su equipo, supervisados por el gobierno egipcio, fueron retirando y catalogando en un lento proceso los 5.000 objetos que encontraron en las cuatro pequeñas cámaras concluyendo en febrero de 1932. Este material está en la actualidad en el Museo de El Cairo.
En la estancia que Carter llamó Antecámara estaba apilado mobiliario, carros desmontados, armas, vestidos y comida. La que llamó Anexo estaba llena de objetos, preferentemente vasijas, muebles, armas, ungüentos y comida. En la cámara funeraria, la única decorada con pinturas, se encontraron cuatro capillas de madera recubiertas de oro, encajadas cada una dentro de la anterior, que cubrían a su vez un sarcófago de cuarcita roja que contenía tres ataúdes antropomorfos, también encajados uno dentro de otro, de madera chapada en oro, los dos más exteriores ,y de oro macizo el más interior. Dentro del último estaba la momia del joven faraón, con la cabeza y los hombros cubiertos por la célebre máscara. En la cuarta sala, que recibió el nombre de Cámara del Tesoro, se encontraron las vísceras momificadas del rey y objetos empleados en el rito funerario.
Sus restos y objetos en la tumbaEn su tumba se encontraron sus restos y sus posesiones que han ayudado a comprender la sofisticación de la vida del Antiguo Egipto. Sin embargo poca información ha aportado sobre su biografía pues no había inscripciones importantes ni documentos sobre él.
Los alimentos que contenía la tumba eran panes y pasteles de trigo y cebada, espalda de buey y costillas de cordero condimentadas con especias y miel, treinta grandes jarras de vino, así como dátiles, higos, uvas y almendras. Entre las armas había 46 arcos, desde uno infantil de 30 cm hasta otro de 1,8 m de largo, mazas, bumeranes y cuchillos. También se encontraron seis carruajes, cuatro de ellos de ceremonia de madera revestida con oro e incrustaciones de cristal y los otros dos más ligeros debían ser para cazar. Debió coleccionar bastones, pues aparecieron 130, todos diferentes de ébano, marfil, plata y oro, entre ellos uno sencillo de una simple caña con bandas de oro con la inscripción una caña que su majestad cortó con sus propias manos. Entre la ropa se hallaron más de cien taparrabos triangulares de lino que se ataban a la cintura y 27 pares de guantes.
Tutanjamon y su esposa Anjesenamón debieron tener dos hijas que nacieron muertas, pues en la tumba del rey se encontraron dos pequeños féretros que contenían dos fetos femeninos, uno de cinco meses de gestación y el otro debió morir al nacer.
Trece capas de lino envolvían la momia del rey; hasta 143 joyas y amuletos se encontraron entre los pliegues de las telas cuyo fin era proteger la transformación del faraón de la muerte a la inmortalidad, entre ellos, la máscara que cubría su cabeza, un pectoral de oro con el dios Horus que le protegía colgado al cuello y, en la cadera derecha, un cuchillo de oro con la hoja de hierro. El estudio de su momia desveló que el rey medía 1,63 metros de altura.
La maldición de TutankamónLa maldición del faraón es la creencia de que sobre cualquier persona que moleste a la momia de un faraón del Antiguo Egipto cae una maldición por la que morirá en poco tiempo. Existía la creencia de que las tumbas de los faraones tenían maldiciones escritas en ellas o a sus alrededores, advirtiendo a quienes las leyeran para que no entrasen. La maldición asociada al descubrimiento de la tumba del faraón de la XVIII dinastía Tutankamon es la más famosa en la cultura occidental. Muchos autores niegan que hubiese una maldición escrita, pero otros aseguran que Howard Carter encontró en la antecámara un ostracon de arcilla cuya inscripción decía: "La muerte golpeará con su bieldo a aquel que turbe el reposo del faraón".
A principios del siglo XX la mayor parte de la historia del antiguo Egipto era desconocida para la mayoría de la población. Poco se sabía de aquella época, y menos aún de la mayor parte de los faraones egipcios.
Aunque se asocien las Pirámides de Egipto con los enterramientos de los faraones, lo cierto es que solo se usaron en el Antiguo Egipto entre las dinastías III (2650 a. C.) y XIII (1750 a. C.), pero ya en la dinastía XVIII (1300 a. C.) se prefería excavar grandes tumbas con varias salas en el interior de las montañas. Estas salas se decoraban y llenaban de tesoros y en ellas se enterraba a los faraones.
La tumba de Tutankamon de la dinastía XVIII permaneció oculta durante más de tres mil años. Existen evidencias de que fue saqueada y luego restaurada en los meses posteriores a su enterramiento, pero el cambio de dinastía, y la tierra desplazada de los desescombros de otras tumbas próximas provoco que un siglo después del enterramiento de Tutankamon, el emplazamiento de su tumba o incluso la misma existencia del faraón habían sido olvidados. Los ladrones de tumbas de las dinastía XIX y XX incluso llegaron a construir algunas cabañas encima de la tumba sin sospechar de su existencia.
Descubrimiento de la tumbaEn el siglo XX, en la década de los años 20, el egiptólogo Howard Carter descubrió la existencia de un faraón de la XVIII dinastía hasta entonces desconocido, y convenció a Lord Carnarvon para que financiase la búsqueda de la tumba que se suponía intacta en el Valle de los Reyes. El 4 de noviembre de 1922 se descubrieron los escalones hacia una puerta que mantenía aún los sellos originales. El 26 de noviembre, en presencia de la familia de Lord Carnarvon, se hizo el famoso agujero en la parte superior de la puerta por el que Carter metió una vela y vio según sus palabras "cosas maravillosas". La tumba, luego catalogada como KV62, resultó ser la del faraón Tutankamon y es la mejor conservada de todas las tumbas faraónicas. Permaneció prácticamente intacta hasta nuestros días hasta el punto que cuando Carter entró por primera vez en la tumba, incluso pudo fotografiar unas flores secas de dos mil años atrás que se desintegraron en seguida. Después de catalogar todos los tesoros de las cámaras anteriores, Carter llegó a la cámara real donde descansaba el sarcófago del faraón desde hacía tres mil años. Y entonces empezaron a morir personas que habían visitado la tumba.
Primeras muertesEn marzo de 1923, cuatro meses después de abrir la tumba, Lord Carnarvon fue picado por un mosquito y poco después se cortó la picadura mientras se afeitaba. En unos días enfermaba gravemente y fue trasladado a El Cairo. Aunque los médicos pudieron detenerle la infección que había empezado a extenderse por el cuerpo, una neumonía atacó mortalmente a Lord Carvanon, que murió la noche del 4 de abril. Se cuenta que a la misma hora de la muerte el perro de Lord Carvanon aulló y cayó fulminado en Londres. Además, cuando la familia recibió la noticia de la muerte en El Cairo, un fallo de electricidad dejó a oscuras la ciudad.
Poco más necesitó la prensa inglesa para airear las leyendas de la maldición de los faraones. Incluso algunos afirmaron que en un muro de las antecámaras estaba escrito: "la muerte vendrá sobre alas ligeras al que estorbe la paz del faraón", aunque en realidad esta frase nunca apareciese en las detalladas notas de Carter y el muro fue derribado para entrar en la tumba. Sir Arthur Conan Doyle se declaró creyente en la maldición, la escritora Marie Corelli afirmó tener un manuscrito árabe que hablaba de la maldición y el arqueólogo Arthur Wiegall publicó oportunamente un libro sobre la maldición de los faraones.
A la muerte de Lord Carnarvon siguieron varias más. Su hermano Audrey Herbert, que estuvo presente en la apertura de la cámara real, murió inexplicablemente en cuanto volvió a Londres. Arthur Mace, el hombre que dio el último golpe al muro, para entrar en la cámara real, murió en El Cairo poco después, sin ninguna explicación médica. Sir Douglas Reid, que radiografió la momia de Tutankamon, enfermó y volvió a Suiza donde murió dos meses después. La secretaria de Carter murió de un ataque al corazón, y su padre se suicidó al enterarse de la noticia. Y un profesor canadiense que estudió la tumba con Carter murió de un ataque cerebral al volver a El Cairo.
Al proceder a la autopsia de la momia se encontró que justo donde el mosquito había picado de Lord Carnarvon, Tutankamon tenía una herida. Este hecho disparó aún más la imaginación de los periodistas, que incluso dieron por muertos a los participantes en la autopsia. En realidad, excepto el radiólogo, los demás miembros del equipo vivieron durante años sin problemas, incluido el médico principal. El mismo descubridor de la tumba, Howard Carter, murió por causas naturales muchos años después.
A principio de la década de los 30, los periódicos atribuían hasta treinta muertes a la maldición del faraón. Aunque muchas de ellas eran exageraciones, la casualidad parecía insuficiente para explicar las demás. La falta de más escándalos y muertes extrañas disipó poco a poco el interés de los periodistas los siguientes treinta años.
La maldición reapareceEn las décadas de los 60 y 70 las piezas del Museo Egipcio de El Cairo se trasladaron a varias exposiciones temporales organizadas en museos europeos. Los directores del museo de entonces murieron poco después de aprobar los traslados, y los periódicos ingleses también extendieron la maldición sobre algunos accidentes menores que sufrieron los tripulantes del avión que llevó las piezas a Londres.
La última víctima atribuida a la maldición fue Ian McShane: durante la grabación de la película en los años ochenta sobre la maldición, su coche se salió de la carretera y se rompió gravemente una de las piernas.
Explicaciones de la maldiciónLa explicación más común a la maldición de los faraones es que fue una creación de la prensa sensacionalista de la época. Un estudio mostró que de las 58 personas que estuvieron presentes cuando la tumba y el sarcófago de Tutankamon fueron abiertos, sólo ocho murieron en los siguientes doce años. Todos los demás vivieron más tiempo, incluyendo al propio Howard Carter, que murió en 1939. El médico que hizo la autopsia a la momia de Tutankamon vivió hasta los 19 años.2
Algunos han especulado con que un hongo mortal podría haber crecido en las tumbas cerradas y haber sido liberado cuando se abrieron al aire. Arthur Conan Doyle, autor de las novelas detectivescas de Sherlock Holmes, fomentó esta idea y especuló con que el moho tóxico había sido puesto deliberadamente en las tumbas para castigar a los ladrones de tumbas.
Aunque no hay pruebas de que tales patógenos fuesen responsables de la muerte de Lord Carnarvon, tampoco hay duda de que sustancias peligrosas pueden acumularse en tumbas antiguas. Estudios recientes de antiguas tumbas egipcias abiertas en la actualidad que no han estado expuestas a los contaminantes modernos hallaron bacterias patógenas de los géneros Staphylococcus y Pseudomonas, así como los mohos Aspergillus niger y Aspergillus flavus. Además, las tumbas recién abiertas se convierten a menudo en refugio para los murciélagos, cuyo guano puede transmitir la histoplasmosis. Sin embargo, a las concentraciones halladas típicamente, estos patógenos sólo suelen ser peligrosos para personas con sistemas inmunológicos debilitados. Las muestras de aire tomadas del interior de un sarcófago sellado mediante un agujero perforado al efecto contenían niveles altos de amoníaco, formaldehído y ácido sulfhídrico, que si bien son gases tóxicos también resultan fáciles de detectar en concentraciones peligrosas por su fuerte olor.3
Howard Carter, el principal "implicado", murió el 2 de marzo de 1939 a los 64 años, de muerte natural, 17 años después. Su frase preferida cuando le hablaban de la "maldición", era: "Todo espíritu de comprensión inteligente se halla ausente de esas estúpidas ideas". Y añadía:
"Los antiguos egipcios, en lugar de maldecir a quienes se ocupasen de ellos, pedían que se les bendijera y dirigiesen al muerto deseos piadosos y benévolos... Estas historias de maldiciones, son una degeneración actualizada de las trasnochadas leyendas de fantasmas... El investigador se dispone a su trabajo con todo respeto y con una seriedad profesional sagrada, pero libre de ese temor misterioso, tan grato al supersticioso espíritu de la multitud ansiosa de sensaciones". Howard Carterfuente: wikipedia.es